Texto y fotos por: Nalleli Patricia Falcón Álvarez
“Cuando caí aquí a Periquillos no había ni una casa de material, ni había luz, ni carros pa’ ir pa’ Armería ni nada, tenía uno que ir hasta el puente y no había más que los carros rojos…” platica don Jesús Anguiano, quien reside en Periquillos desde el año de 1950.
Jesús Anguiano nacido en Aquila Michoacán, el 22 de mayo de 1922. Es una muy peculiar persona, pues a pesar de vivir casi abandonado no pierde el ánimo y el buen sentido del humor. Se considera una persona derecha y llena de sabiduría, “tengo muchos conocimientos y llevo el control desde que vine al mundo, de lo que ha pasado y de lo que he visto” afirma con tal seguridad que convence. A pesar de ser una persona sin estudios, no fue a la escuela y aprendió a leer hasta la edad de 18 años, esto porque le pidió a una maestra de Cofradía llamada Loreta Aranda, que lo enseñara a leer a él y a otros cuatro.
Aunque Don Jesús no es originario de Colima y llegó a Periquillos cuando en este la vida de la Hacienda comenzaba su declive, tiene en su memoria recuerdos muy adheridos y concuerda en parte con lo que relató don José Ochoa Méndez, quien escribió el documento Mis Memorias. “Cuando yo llegue los bienes nacionales de la hacienda los tenía un gringo apellidado Gherzi, ya estaba muy viejo, traía un aparato en el oído porque no podía oír, estaba gordo, siempre andaba con esa Amalia, quien sabe que sería, su hija o su esposa; yo pienso que cuando entró el gringo fue cuando se comenzó a organizar Periquillos” platica don Jesús al cuestionársele sobre quienes administraban el lugar.
De igual manera Don José escribió en sus memorias “Vinieron también los italianos Estefano Gherzi, Octavio Machetto y Eugenio Bellando. El Sr. Gherzi, según se dijo, venía a hacer unos trabajos topográficos, ya que era ingeniero. Según decía él, había trabajado en el canal de Panamá… Ya en tiempos de la revolución cristera se casó la señora Emilia con Gherzi".
Don Jesús comenta que él nunca trabajo directamente en la Hacienda, que sólo formó parte en el Censo en el que se hizo repartición de tierras. El se encargó de ayudar en la construcción del templo del lugar, “No había Templo, el que estaba lo hicieron de palapa, entonces cuando caí yo aquí me dice el padre Natividad: don Jesús tengo muchos ánimos de levantar el Templo, levantar las paredes y echarle colado, y le contesté, yo aquí le ayudo… ya construido el Templo le presté un tocadiscos, que me había costado en ese tiempo dos cincuenta, para que pusiera música ahí”. Además de levantar una presa que se necesitaba en la hacienda para regar los sembradíos, “Cuando estaba todavía la hacienda no podían levantar una presa pa’ regar los sembradíos y que le digo a mi ahijado José Negrete que yo le construía la presa en cuatro días… que me manda llamar y que me dice: oiga padrino que usted me construye la presa en cuatro días y con sólo cuatro mozos, y que le digo pos nunca lo he hecho pero el intento haré. Me mandó que consiguiera los mozos a mi gusto… yo le ponía precio a mi trabajo”.
Él se describe como una persona tranquila, que no se mete con nadie, pero que está a favor de la justicia y del bien, tan es así que en varias ocasiones menciona que para él lo primordial es la gente y el pueblo, y en segundo lugar está lo que el gobierno quiere.
Platica que en el año de 1985 tenía en su poder cinco mulas, pero que le tren le mató tres y a partir de eso decidió poner a trabajar las demás en la playa. Actualmente vive en una casita mal hecha, que no cuenta con las medidas de seguridad que una persona de su edad necesita. Duerme en una hamaca, sufre de falta de higiene en su persona, sólo él sabe que es lo que come y a qué hora lo hace, últimamente ha estado recibiendo apoyo por parte del Gobierno. Ahora su vida la dedica a trabajar la pequeña porción de tierra que le pertenece, la cual está a la orilla del Río Armería, y en la que en ocasiones pesca.
En los últimos meses ha tenido una serie de problemas con respecto al pago que debe de hacer por vivir a un lado del río, “Aquí tengo lo del río… los de la Comisión me cobran seis mil pesos…yo no tengo nada con que pagarles… así que un entenado pagó… ya no los he visto… los de recursos me amenazaron, me dijeron que si no hacía lo que me decían, que tenía de 15 a 20 años de cárcel porque era un delito, ¡no! todos tenemos derecho a buscarnos la vida y hacer lo que queramos”
Finalizó la plática hablando de su familia, la cual no ve seguido, “Me he casado dos veces de la primera tuve diez hijos y de la segunda seis” dijo con una sonrisa que permitía ser testigos de su dentadura ya deteriorada.
Publicado en el Suplemento Andante dentro del periódico el Comentario el 27 de junio de 2008.
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