Por: Nalleli Patricia Falcón Álvarez
Risas, murmullos, voces, gritos, llanto, música de todo tipo, colores, infinidad de olores que llegan a la nariz de los que ahí se encuentran, sabores que se sienten hasta en lo más profundo del paladar, gente de todos lados esperando pasar un rato agradable. Todo lo anterior es lo que la feria de Colima reúne en un solo escenario y se puede ser testigo de ello.
Son las ocho de la noche, te encuentras a la espera de tus cómplices de trabajo, de dagas, de diversión, de peleas, de enojos, de críticas y porqué no de llanto también. Quedaron en llegar temprano para poder disfrutar de todo. Habían prometido que en esta ocasión si se subirían a los juegos mecánicos, en especial a uno que de tan sólo verlo hace que la piel se te erice y sientes que los talones, por no decir otra cosa, como por arte de magia se te suban hasta la garganta.
Después de unos minutos de espera, ahí están dos de ellas, que llegan juntas pero tal pareciera que cada una viene perdida en su propio mundo. Tras otros minutos llegan las otras dos, irradiando belleza y glamour ¡ja! Sí como no. Reunidas al fin y antes de comenzar a caminar por los pasillos de la feria, un poco de chismorreo no está mal.
Caminan sin saber por donde empezar, pero sin darse cuenta, ahí están mirando a lo lejos ese juego que desde que lo viste no puedes dejar de imaginarte arriba de él. Sabes que el corazón se te saldrá por la garganta y que empezarás a rogarle a Dios que se termine pronto, y tal vez sentirás que te mueres en cada vuelta que el aparato dé. Pero no importa la experiencia estás dispuesta a experimentarla. Sólo que hay un pequeño problema, la cobardía se ha adueñado de ti, y no eres capaz de montarte en él tú sola, necesitas que alguien te acompañe, tal parece que nadie tiene los suficientes, ya sabes qué, como para decir yo. Y ahí estás, sola con tus ganas, una de ellas te dice, ¡yo me subo contigo! Te animas, das media vuelta, más tardas en voltear cuando la que te había dicho que sí se echa para atrás. Minutos más tarde dices adiós a ese aparato de 45 metros de altura y que viaja a 150 km por hora.
Resignada caminas acompañada de tus amigas y llegan a otro juego que no tan electrizante como el anterior pero que igual hace que tu cuerpo produzca bastante adrenalina como para sentirte al borde de un infarto: el famoso barco, ese que se mece de izquierda a derecha y en el que sientes por momentos que saldrás volando y caerás sin protección alguna.
A este sí te subes acompañada, y tu acompañante decide que se sienten en la punta del juego, y así lo hacen. empieza a mecerse, el miedo hace acto de presencia, la adrenalina se produce y los primeros gritos salen por tu boca. ¡Rápido! cada vez más rápido, es como se mece el mugroso juego, al subir se siente muy bonito, pero cuando bajas lo que comiste se recorre hasta que quiere salir por donde entró, el vacío en el estómago es enorme. Volteas y la cara de tu amiga es más que chistosa, entre la emoción que sientes y el miedo que refleja el rostro de tu acompañante, te preocupas, pero no hay más que hacer más que esperar que la experiencia termine y que tu amiga no se infarte mientras esto pasa.
Se acabó, fuiste capaz de derramar una que otra lágrima a causa no del miedo, sino de la emoción, de sentir el viento golpeándote el rostro y ver las caras burlonas de las que no se animaron a subirse.
Mientras el corazón retoma su ritmo, caminas hacia otro de tus juegos favoritos, pero nadie está tan emocionada como tú, decepcionada miras que no hay gente esperando subir, y eso lo usan como pretexto para convencerte de volver más tarde, caes en la trampa y sigues caminando.
La noche ha caído por completo y la feria con todo y su alegría se deja arropar por un cielo despejado y muy pero muy estrellado. No sabes hacia donde mirar, quieres jugar a esto, quieres jugar a lo otro: tirar los dardos, ensartar un anillo, pescar un pez, quebrar una botella, anotar un gol o una canasta y así ganar un peluche, un muñeco, algo, pero la suerte nunca te ha favorecido.
Por fin has llegado a una de tus partes favoritas: el área de comidas. Hueles por aquí, hueles por allá, por acullá, por todos lados; saboreas esto, saboreas aquello, no sabes qué es lo que más se te antoja, quieres comer de todo. Pero recuerdas que hoy es día de 2x1 y sin pensarlo se dirigen al lugar en donde los tacos de esa persona pasada de peso, las espera con su grandiosa promoción. El lugar está a reventar, pero muy listas ganan una mesa y la orden se realiza, después de varios minutos y con el estómago ya lleno, una buena caminata por lo que les faltó por explorar en la feria. Preguntan por el precio de todo, pero nada compran, ¡la crisis no permite que te des el gusto de gastarte unos pesos de más!, tienes que ajustarte a lo que traes en el bolsillo.
Insistes e insistes, quieres una foto del recuerdo, pero nadie atiende tu petición, y te quedas con las ganas, es claro que no quieren una foto junto a ti, ni modo, habrá quien las quiera pero quien les ruegue, mmm, ¡esa no eres tú!
Los pies te duelen, los ojos se te cierran, las tareas sin terminar empiezan a atormentarte, el estómago te duele pero quieres seguir comiendo. Ya es tarde, el lugar se ve algo solo ya, siguen caminando y antes de salir, compran unas gorditas de nata para el camino de regreso a casa. El paseo por la feria ha terminado.
martes, 9 de noviembre de 2010
lunes, 1 de noviembre de 2010
Feria de Todos los Santos, ejemplo de tradición
Por: Nalleli Patricia Falcón Álvarez
¿De cuántas festividades no se encuentra cubierta la cultura mexicana? Infinidad de ellas. Y todas con sus características propias, pero eso sí llenas de luces, colores, olores y sabores; rodeadas por una atmósfera de alegría.
Una de ellas en particular es la Feria de Todos los Santos de Colima que se celebra la última semana de octubre y la primera semana de noviembre, con festividades de todo tipo como: bailes, exposiciones, presentaciones de cantantes populares y no tan populares, juegos mecánicos para chicos y grandes, etc. Pero ¿Cuál es la historia que hay detrás de este festejo?
Pues según la publicación “La Feria de Colima” en 2007, hecha en conjunto por la Secretaria de Cultura y la Sociedad Colimense de Estudios Históricos A.C., con la colaboración de Abelardo Ahumada González, Rafael Tortajada Rodríguez, Enrique Brizuela Virgen, Noé Guerra Pimentel y José Levy; dice que dicha feria data desde hace más de 100 años. Se cita una investigación titulada “La primera feria de Colima” publicada en 1963 por el profesor Felipe Sevilla del Río, “El más antiguo antecedente de la feria colimota se remonta al juego de las nueces y regocijos populares que tradicionalmente se efectuaban en la plaza principal de Colima desde el siglo XVIII, los días primero y dos de noviembre, pero su organización oficial data de época más reciente, conforme al decreto expedido por el Soberano Congreso de la República el 21 de abril de 1826” en el que se otorgaba un permiso a Colima para tener su propia feria, que ésta fuera de quince días contados del cinco al veinte de marzo y con una libertad para realizarse por diez años; esto sucedió en los primeros años del México independiente.
La primera celebración fue meramente comercial y se llevó a cabo en lo que ahora es el jardín Libertad, según registros encontrados y que fueron publicados en la revista “Histórica” citada en el libro antes mencionado, esta Feria no tuvo tanto éxito como se esperaba y aunque no existe nada que compruebe que se siguió celebrando por los demás años que se tenía autorizado, se cree que así fue. Por setenta años permaneció olvidada o al menos así lo demuestran aquellos que se han dedicado a investigar sobre el tema y no han encontrado registro alguno que demuestre lo contrario.
Ya para el año de 1896 se le bautizó como Omni Sanctorum en latín y que significa Todos Santos, este festejo ya se celebraba en octubre-noviembre. Cuando el espacio para celebrar fue insuficiente, se aprovechó también lo que ahora conocemos como el jardín Torres Quintero, que en ese entonces era conocido como jardín Chiquito, lugar que fue asignado para que los comerciantes de menores recursos se establecieran ahí y los más ricos se quedaron en el jardín de Armas. Las festividades fueron tomando fuerza y fama, en el año de 1911 se trasladó la feria a la Plaza Nueva, ahora jardín Núñez, por falta de espacio. Según Enrique Brizuela Virgen, en el libro La Feria de Colima, esta fue la mejor época de la feria, “Desde mi punto de vista, las mejores ferias se desarrollaron en el Jardín Núñez, con la ventaja de que el pueblo accedía a ella con facilidad, caminando, sin desfalcar su presupuesto”, “los puestos de fruta se levantaban a la orilla del jardín y sobre la calle, con un piso de madera, a cierta altura, para evitar la corriente de agua, en caso de lluvia. Las cenadurías de la orilla interior del jardín, hacia los prados… La venta de juguetes se instalaba en la parte norte del jardín”, “los juegos mecánicos en la calle Morelos, los alfareros en la calle Juárez, en el centro del jardín se preparaba una terraza, con su trono para la reina… La concurrencia caminaba en dos columnas una circulaba en un sentido, la otra al contrario, así se encontraban las personas a cada vuelta y era agradable distracción”. También redacta que “Era factible divertirse, solamente viendo las novedades o simplemente caminar bajo los frondosos árboles del jardín…”
En el año de 1934 se incluyó una exposición industrial, agrícola y ganadera, dándole más relevancia al festejo, ya que gracias a esto se logró un notable progreso en el estado. Lo cual ocasionó que se cambiara el nombre a Feria Regional Agrícola, Ganadera e Industrial del Estado de Colima. Fue a partir de este año que se eligió a una reina de la feria, la elección se realizaba por voto popular, por simpatía, otras por medio de la compra de votos, esto último se dejó de hacer debido a que eran las jóvenes de familias adineradas las que lograban obtener la corona. La primera reina se llamó María Luisa Bracamontes.
Hasta la fecha la feria ha dejado de celebrarse sólo cuatro veces: la primera fue en el año de 1941, debido a que los colimenses se encontraban en duelo por las víctimas del terremoto que sacudió a Colima en el mes de abril; en los años de 1947 y 1948 no se llevó a cabo porque hubo una epidemia de fiebre aftosa que afectó notablemente al ganado, y por último el año de 1959 se suspendió a causa del huracán que destruyó Manzanillo y Minatitlán en el mes de octubre.
¿De cuántas festividades no se encuentra cubierta la cultura mexicana? Infinidad de ellas. Y todas con sus características propias, pero eso sí llenas de luces, colores, olores y sabores; rodeadas por una atmósfera de alegría.
Una de ellas en particular es la Feria de Todos los Santos de Colima que se celebra la última semana de octubre y la primera semana de noviembre, con festividades de todo tipo como: bailes, exposiciones, presentaciones de cantantes populares y no tan populares, juegos mecánicos para chicos y grandes, etc. Pero ¿Cuál es la historia que hay detrás de este festejo?
Pues según la publicación “La Feria de Colima” en 2007, hecha en conjunto por la Secretaria de Cultura y la Sociedad Colimense de Estudios Históricos A.C., con la colaboración de Abelardo Ahumada González, Rafael Tortajada Rodríguez, Enrique Brizuela Virgen, Noé Guerra Pimentel y José Levy; dice que dicha feria data desde hace más de 100 años. Se cita una investigación titulada “La primera feria de Colima” publicada en 1963 por el profesor Felipe Sevilla del Río, “El más antiguo antecedente de la feria colimota se remonta al juego de las nueces y regocijos populares que tradicionalmente se efectuaban en la plaza principal de Colima desde el siglo XVIII, los días primero y dos de noviembre, pero su organización oficial data de época más reciente, conforme al decreto expedido por el Soberano Congreso de la República el 21 de abril de 1826” en el que se otorgaba un permiso a Colima para tener su propia feria, que ésta fuera de quince días contados del cinco al veinte de marzo y con una libertad para realizarse por diez años; esto sucedió en los primeros años del México independiente.
La primera celebración fue meramente comercial y se llevó a cabo en lo que ahora es el jardín Libertad, según registros encontrados y que fueron publicados en la revista “Histórica” citada en el libro antes mencionado, esta Feria no tuvo tanto éxito como se esperaba y aunque no existe nada que compruebe que se siguió celebrando por los demás años que se tenía autorizado, se cree que así fue. Por setenta años permaneció olvidada o al menos así lo demuestran aquellos que se han dedicado a investigar sobre el tema y no han encontrado registro alguno que demuestre lo contrario.
Ya para el año de 1896 se le bautizó como Omni Sanctorum en latín y que significa Todos Santos, este festejo ya se celebraba en octubre-noviembre. Cuando el espacio para celebrar fue insuficiente, se aprovechó también lo que ahora conocemos como el jardín Torres Quintero, que en ese entonces era conocido como jardín Chiquito, lugar que fue asignado para que los comerciantes de menores recursos se establecieran ahí y los más ricos se quedaron en el jardín de Armas. Las festividades fueron tomando fuerza y fama, en el año de 1911 se trasladó la feria a la Plaza Nueva, ahora jardín Núñez, por falta de espacio. Según Enrique Brizuela Virgen, en el libro La Feria de Colima, esta fue la mejor época de la feria, “Desde mi punto de vista, las mejores ferias se desarrollaron en el Jardín Núñez, con la ventaja de que el pueblo accedía a ella con facilidad, caminando, sin desfalcar su presupuesto”, “los puestos de fruta se levantaban a la orilla del jardín y sobre la calle, con un piso de madera, a cierta altura, para evitar la corriente de agua, en caso de lluvia. Las cenadurías de la orilla interior del jardín, hacia los prados… La venta de juguetes se instalaba en la parte norte del jardín”, “los juegos mecánicos en la calle Morelos, los alfareros en la calle Juárez, en el centro del jardín se preparaba una terraza, con su trono para la reina… La concurrencia caminaba en dos columnas una circulaba en un sentido, la otra al contrario, así se encontraban las personas a cada vuelta y era agradable distracción”. También redacta que “Era factible divertirse, solamente viendo las novedades o simplemente caminar bajo los frondosos árboles del jardín…”
En el año de 1934 se incluyó una exposición industrial, agrícola y ganadera, dándole más relevancia al festejo, ya que gracias a esto se logró un notable progreso en el estado. Lo cual ocasionó que se cambiara el nombre a Feria Regional Agrícola, Ganadera e Industrial del Estado de Colima. Fue a partir de este año que se eligió a una reina de la feria, la elección se realizaba por voto popular, por simpatía, otras por medio de la compra de votos, esto último se dejó de hacer debido a que eran las jóvenes de familias adineradas las que lograban obtener la corona. La primera reina se llamó María Luisa Bracamontes.
Hasta la fecha la feria ha dejado de celebrarse sólo cuatro veces: la primera fue en el año de 1941, debido a que los colimenses se encontraban en duelo por las víctimas del terremoto que sacudió a Colima en el mes de abril; en los años de 1947 y 1948 no se llevó a cabo porque hubo una epidemia de fiebre aftosa que afectó notablemente al ganado, y por último el año de 1959 se suspendió a causa del huracán que destruyó Manzanillo y Minatitlán en el mes de octubre.
Niñas tomándose la foto del recuerdo, aproximadamente en el año de 1967 |
De un lugar a otro anduvo la feria, primero en el Jardín Libertad, después en el Jardín Núñez, posteriormente en el año de 1958 se cambió a las instalaciones de la entonces Unidad Deportiva Zaragoza, ubicada en la calzada Galván, frente a la zona militar, donde ahora se encuentra la Casa de la Cultura. “En 1978 el Gobierno del Estado, encabezado por Arturo Noriega Pizano, construyó las primeras instalaciones para la feria, ello, en los terrenos del entonces lejano poblado de la Estancia, distante entonces a siete kilómetros de la ciudad de Colima, para trasladarla ese mismo año, teniendo su función inaugural el 28 de octubre”, fue así como desde hace 30 años la feria se celebra año con año en este lugar.
La feria volvió a llamarse Feria de Todos Santos en el año de 1998, este último nombre creo gran confusión entre los habitantes debido a que muchos solían llamarla Feria de Todos los Santos, es decir el conflicto aquí era la omisión de un artículo, hasta que por decisión de las autoridades, el artículo “los” se agregó de manera oficial y desde 2007 la feria es llamada “Feria de Todos los Santos”.
*Imagen tomada de http://villavictoriamich.blogspot.com/2008/04/hermosos-recuerdos.html
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