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martes, 9 de noviembre de 2010

Ámonos a la feria!

Por: Nalleli Patricia Falcón Álvarez

Risas, murmullos, voces, gritos, llanto, música de todo tipo, colores, infinidad de olores que llegan a la nariz de los que ahí se encuentran, sabores que se sienten hasta en lo más profundo del paladar, gente de todos lados esperando pasar un rato agradable. Todo lo anterior es lo que la feria de Colima reúne en un solo escenario y se puede ser testigo de ello.

Son las ocho de la noche, te encuentras a la espera de tus cómplices de trabajo, de dagas, de diversión, de peleas, de enojos, de críticas y porqué no de llanto también. Quedaron en llegar temprano para poder disfrutar de todo. Habían prometido que en esta ocasión si se subirían a los juegos mecánicos, en especial a uno que de tan sólo verlo hace que la piel se te erice y sientes que los talones, por no decir otra cosa, como por arte de magia se te suban hasta la garganta.

Después de unos minutos de espera, ahí están dos de ellas, que llegan juntas pero tal pareciera que cada una viene perdida en su propio mundo. Tras otros minutos llegan las otras dos, irradiando belleza y glamour ¡ja! Sí como no. Reunidas al fin y antes de comenzar a caminar por los pasillos de la feria, un poco de chismorreo no está mal.

Caminan sin saber por donde empezar, pero sin darse cuenta, ahí están mirando a lo lejos ese juego que desde que lo viste no puedes dejar de imaginarte arriba de él. Sabes que el corazón se te saldrá por la garganta y que empezarás a rogarle a Dios que se termine pronto, y tal vez sentirás que te mueres en cada vuelta que el aparato dé. Pero no importa la experiencia estás dispuesta a experimentarla. Sólo que hay un pequeño problema, la cobardía se ha adueñado de ti, y no eres capaz de montarte en él tú sola, necesitas que alguien te acompañe, tal parece que nadie tiene los suficientes, ya sabes qué, como para decir yo. Y ahí estás, sola con tus ganas, una de ellas te dice, ¡yo me subo contigo! Te animas, das media vuelta, más tardas en voltear cuando la que te había dicho que sí se echa para atrás. Minutos más tarde dices adiós a ese aparato de 45 metros de altura y que viaja a 150 km por hora.

Resignada caminas acompañada de tus amigas y llegan a otro juego que no tan electrizante como el anterior pero que igual hace que tu cuerpo produzca bastante adrenalina como para sentirte al borde de un infarto: el famoso barco, ese que se mece de izquierda a derecha y en el que sientes por momentos que saldrás volando y caerás sin protección alguna.

A este sí te subes acompañada, y tu acompañante decide que se sienten en la punta del juego, y así lo hacen. empieza a mecerse, el miedo hace acto de presencia, la adrenalina se produce y los primeros gritos salen por tu boca. ¡Rápido! cada vez más rápido, es como se mece el mugroso juego, al subir se siente muy bonito, pero cuando bajas lo que comiste se recorre hasta que quiere salir por donde entró, el vacío en el estómago es enorme. Volteas y la cara de tu amiga es más que chistosa, entre la emoción que sientes y el miedo que refleja el rostro de tu acompañante, te preocupas, pero no hay más que hacer más que esperar que la experiencia termine y que tu amiga no se infarte mientras esto pasa.

Se acabó, fuiste capaz de derramar una que otra lágrima a causa no del miedo, sino de la emoción, de sentir el viento golpeándote el rostro y ver las caras burlonas de las que no se animaron a subirse.

Mientras el corazón retoma su ritmo, caminas hacia otro de tus juegos favoritos, pero nadie está tan emocionada como tú, decepcionada miras que no hay gente esperando subir, y eso lo usan como pretexto para convencerte de volver más tarde, caes en la trampa y sigues caminando.

La noche ha caído por completo y la feria con todo y su alegría se deja arropar por un cielo despejado y muy pero muy estrellado. No sabes hacia donde mirar, quieres jugar a esto, quieres jugar a lo otro: tirar los dardos, ensartar un anillo, pescar un pez, quebrar una botella, anotar un gol o una canasta y así ganar un peluche, un muñeco, algo, pero la suerte nunca te ha favorecido.

Por fin has llegado a una de tus partes favoritas: el área de comidas. Hueles por aquí, hueles por allá, por acullá, por todos lados; saboreas esto, saboreas aquello, no sabes qué es lo que más se te antoja, quieres comer de todo. Pero recuerdas que hoy es día de 2x1 y sin pensarlo se dirigen al lugar en donde los tacos de esa persona pasada de peso, las espera con su grandiosa promoción. El lugar está a reventar, pero muy listas ganan una mesa y la orden se realiza, después de varios minutos y con el estómago ya lleno, una buena caminata por lo que les faltó por explorar en la feria. Preguntan por el precio de todo, pero nada compran, ¡la crisis no permite que te des el gusto de gastarte unos pesos de más!, tienes que ajustarte a lo que traes en el bolsillo.

Insistes e insistes, quieres una foto del recuerdo, pero nadie atiende tu petición, y te quedas con las ganas, es claro que no quieren una foto junto a ti, ni modo, habrá quien las quiera pero quien les ruegue, mmm, ¡esa no eres tú!

Los pies te duelen, los ojos se te cierran, las tareas sin terminar empiezan a atormentarte, el estómago te duele pero quieres seguir comiendo. Ya es tarde, el lugar se ve algo solo ya, siguen caminando y antes de salir, compran unas gorditas de nata para el camino de regreso a casa. El paseo por la feria ha terminado.

3 comentarios:

  1. Ah fuiste a la feria y no me llevaste eh Mala!! Ntc Nalle...
    Me gusta lo que escribes =)

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  2. Jejeje gabby eso lo escribí hace dos años cuando fuimos juntas las cinco a la feria, y que xio se subió conmigo al barco te acuerdas?

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  3. Jajajajaja ah mira yo ya me andaba enojando: dije MMTA esta no me llevó a la feria, que tan rapido se olvido de mi :( indignada jajajaja....

    Si me acuerdo Nalle.. te acuerdas cuando fuimos con Mayra tu amiga. Y que nos tomamos una fotito jeje.. por ahí anda la foto..

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