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miércoles, 10 de marzo de 2010

A casi un siglo de vida

Por: Nalleli Patricia Falcón Álvarez

Foto: Ana Gabriela Barajas Ceballos




“Ya ni me acuerdo… no me acuerdo de lo que hice en la tarde…ya estoy muy vieja… ya tengo muchos años…perdí por completo la memoria…” comentó Elvira Arreola Centeno al comienzo de la plática que se sostuvo con ella en su casa, ubicada en la comunidad de Ignacio Allende. Un poco tímida al principio, pero fue cuestión de minutos para que tomará confianza y la conversación fue más amena.

Elvira Arreola es una viejecita que está por alcanzar el siglo de vida, actualmente cuenta con 97 años, años que han estado llenos de logros, caídas, buenos y malos ratos; pero toda una vida llena de vivencias, que hasta el día de hoy son el tema de conversación en su familia. Originaria de Tepames, Colima “yo nací en Tepames en 1912… el mes de enero… en que día exactamente no sé, sólo sé que fue ese año.”

Perteneciente a una familia grande, Elvira no conoció a su padre pues éste murió cuando ella era muy pequeña. Se crió bajo la enseñanza de su madre Librada Centeno y de su padrastro, de quién no mencionó nombre. Vivió una infancia tranquila, de la cual relata una anécdota, “Iba un día yo, montada en un caballo, persiguiendo a una res y de tan rápido que iba no me fijé y choqué con una rama, me golpeé en la cabeza y caí del caballo… No sangré y desde ese día hasta hoy sufro de dolores de cabeza… yo digo que es por eso…porque ni siquiera me atendió un doctor…”

Comenta que no le gustaba salir a pasear, ni a las fiestas; sólo asistía a misa y de ahí se regresaba a su casa. A pesar de que fue en su juventud una muchacha tranquila, cuando se le cuestionó acerca de sus noviazgos, una gran sonrisa se dibujó en su rostro y agregó, “Fueron poquitos, seis o siete… uno se llamaba Jesús Parra, otro Feliciano Valdovinos, otro Salvador Valdovinos… éstos últimos eran parientes y mi esposo se llamaba Fermín Valdovinos… seguramente me gustaban mucho los Valdovinos”. Cabe señalar que Doña Elvira se casó a los 19 años de edad, tuvo 9 hijos, de los cuales sólo viven ocho “Tuve nueve hijos, la primera se llama María Isabel y de ahí le siguen Rodrigo, Manuel, Simona, Zoila, Juan, Jesús, Vidal y por último Glenda… Hace unos meses falleció mi hija la más grande”.

Vivió alrededor de 48 años en Tepames, y de ahí emigró junto con su esposo Fermín a Estados Unidos, específicamente a los Ángeles California; para vivir ahí por más de cuarenta años. Regresó al estado de Colima, después de que murió su pareja de toda la vida y actualmente reside en Ignacio Allende en la casa de una de sus hijas, Zoila.
Algo que siempre le ha molestado y no soporta es: la música, dice que le provoca dolores de cabeza, a tal grado que el día de su boda, no disfrutó de la fiesta, “En la fiesta me puse muy mal…me dolía la cabeza por la música…me aguanté un rato pero luego me encerré, me metí a un cuarto porque no soportaba el dolor de cabeza…”

Después haber vivido ya 96 años y de contar con un amplio mundo de conocimientos, anécdotas y consejos por platicar, aún es capaz de hablar con lucidez y sostenerse por sí sola, “Ahora ando sobre seis patas, las dos mías y las cuatro de mi bordón”, comenta con un tono se picares a la espera de una sonrisa por el comentario.

Es una persona llena de alegría y buen humor a pesar de su edad. Hoy su rutina diaria es: levantarse a las ocho de la mañana y durante el día comer, caminar un poco y la mayor parte del tiempo está sentada a la puerta de su hogar, contemplando el paisaje y haciéndose acompañar de los ruidos propios del campo; meditar a solas y tal vez recordar a diario, lo que ha sido su vida.

Entrevista publicada en el Suplemento Andante dentro del perioódico el Comentario de la Universidad de Colima

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