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sábado, 17 de abril de 2010

La diabetes no es una enfermedad, es un estilo de vida, Kathy

Por: Nalleli Patricia Falcón Álvarez

19 años, todo un mundo por descubrir y explorar; una vida que vivir, con grandes aspiraciones; alegría y amor por la vida, y por todas las cosas que ella te ofrece. Así es Kathy, una persona muy peculiar que se distingue por llenar de alegría cada espacio en el que se encuentra y a quien no le da miedo ser quien es; pero que desde hace seis años se ve enfrentada contra una prueba que aún no es capaz de controlar y a la que no vencerá jamás: la diabetes.

“Tengo diabetes mellitus tipo 1, juvenil. Tengo seis años con esta enfermedad, me di cuenta a los trece años, comencé a bajar de peso, tenía mucha sed, cansancio y estaba muy pálida, así que le dije a mi mamá como me sentía y ella decidió llevarme al doctor… allí me mandaron a hacer unos análisis y dijeron que padecía de eso, de diabetes… recuerdo que lloré, bueno no lloré… mmm… mi mamá fue la que lloró y ya después yo lloré… no me acuerdo porque, pero lloré… yo creo que no estaba muy conciente de lo que estaba pasando y como que aún no me cae el veinte”, comenta Kathy al momento que frunce el entrecejo y deja escapar una sonrisa un tanto nerviosa, talvez porque se sintió expuesta en un tema de suma delicadeza.

Las personas como ella que sufren de diabetes mellitus tipo 1 y son diagnosticados antes de los 19 años son insulinodependientes. Parece que hay un factor hereditario en el desarrollo de la diabetes. Alrededor de 2 de cada 3 diabéticos pertenecen a una familia con historia de diabetes. Aunque la genética es un factor importante, las características heredadas solas no son suficientes para producir la enfermedad, sin la influencia de otros factores que no son completamente conocidos. http://www.tuotromedico.com, consultada el 16 de septiembre de 2008 a las doce horas.

Kathy es procedente de una familia en la que se conocen varios casos de diabéticos, entre ellos uno muy cercano, su madre, quien hace cuatro años falleció de una complicación propia de la misma diabetes, Gastroparecia diabética. Y desde un principio ella ha estado familiarizada con el uso de la insulina, “Soy insulinodependiente, desde el principio… ésta (insulina) se mide por unidades; al principio me ponía 25 por la mañana y 10 por la tarde pero después me aumentaron; y ahora ya es combinada, me aplico 32 unidades de insulina de acción intermedia y 10 unidades de rápida, eso es por la mañana; y ya por la tarde me aplico 22 de insulina intermedia y 10 de insulina rápida…” “Lo que me harta es que cuando me tengo que inyectar a veces la aguja no me entra, me tengo que estar pique y pique y me deja mis moretes…”

La diabetes es una enfermedad crónica, pero Kathy no la ve así, o mejor dicho no le gusta llamarla así sino que la ve y quiere adoptarla como un estilo de vida que si bien la hace diferente a los demás, de igual manera la hace especial, “Lo que tengo no es una enfermedad, sino un estilo de vida diferente a los demás” dice con una seriedad que se ve reflejada en su mirada y en su tono de voz. Al igual que algunos jóvenes, lo que a ella le hace falta es la fuerza de voluntad para aceptar lo que sufre y seguir las indicaciones que le garantizan una vida mas larga y de mejor calidad. Ya en varias ocasiones ha intentado llevar una dieta, hacer ejercicio y mantener sus niveles de glucosa dentro de lo normal, pero no lo logra y vuelve a recaer, a pesar del apoyo incondicional que tiene por parte de su padre, “No sigo las indicaciones que me da mi doctor, me es muy difícil porque no falta que ya se me antojo que el dulcecito, que las papitas y todas esas cosas, además me da mucha flojera el ir a hacer ejercicio.”

Como dice el dicho después de ahogado el niño, se quiere tapar el pozo, y eso es lo que le pasó hace unos meses a Kathy, que vivió un episodio desagradable y doloroso, “No voy al doctor constantemente, la última vez fue hace dos meses y no porque haya tenido cita sino porque tuve una recaída muy fea, me empecé a sentir cansada, me dolía la cabeza y le dije a mi hermano que me sentía mal y me fui al Centro de Salud. Me dijeron que traía 300 de azúcar y que me tenían que poner suero y tenerme en observación por unas horas. Ahí me quedé. La insulina no me la pusieron de manera subcutánea sino ya directamente en la vena; además de una inyección en la pompi y el suero. Salí de ahí con un nivel de 120 que se encuentra dentro de lo normal.

La diabetes se ha convertido en una enfermedad que está de moda por así decirlo, y es que en los últimos años según la Organización Mundial de la Salud, el número de diagnosticados ha aumentado considerablemente, actualmente se tiene la cifra de 246 millones de personas en el mundo con este padecimiento y se espera que para el 2025 sean alrededor de 333 millones de personas. En México se conoce la cifra de doce millones de diabéticos dentro de una población de más de 110 millones de personas, pero de estos doce millones, dos millones aún no sabe que la padecen.

Muchas veces la falta de información y de recursos económicos son los causantes de que personas con diabetes no se atiendan y que las complicaciones propias de este padecimiento logren vencerlos en la carrera de la vida. En el caso de Kathy, ella conoce las consecuencias de las que puede ser victima, ya que uno de los doctores que la han atendido se lo ha dicho y de manera directa, “Los doctores me regañan porque no sigo las indicaciones al pie de la letra y me dicen que si sigo así mi vida es contada. Por ejemplo me dicen que de seguir igual, en 10 años existe la probabilidad de que tenga problemas graves con mis riñones o que me tengan que amputar un pie, un dedo, una mano o algo así por el estilo…. A veces sí me preocupo, me asusta el que me hayan dicho que en 10 años me puedo morir, he llorado. Sé que no con llorar se solucionan las cosas… y es por eso que me asuste la vez que fui al hospital y que traía mis niveles de azúcar altos, porque nunca me había pasado eso y empecé a cuidarme. Lo que me hace falta es fuerza de voluntad” comenta con una sonrisa, a la espera de la aprobación de sus declaraciones.

El descubrir que por tu sangre corre demasiada azúcar puede ser muy dulce y al mismo tiempo muy amargo si no se tiene cuidado. La diabetes la enfermedad más dulce que existe pero que ha dejado en muchas familias ausencias lamentables.

* Imagen tomada de www.ladiabeteria.com

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