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miércoles, 19 de mayo de 2010

El diario de una princesa obesa

Por: Nalleli Patricia Falcón Álvarez

Querido Diario: Hoy al igual que todos los días no pude evitar realizar la rutina de todos los días. Me levanté temprano, exactamente a las seis de la mañana; me metí al baño, me lavé la cara, después me cepillé los dientes, observé por un momento mi reflejo en el espejo, ví esos enormes cachetes que tengo y que por más que mastico chicle no desaparecen. Empiezo a creer que no es cierto eso que dicen que si masticas chicles tus cachetes se hacen menos grandes.

Al voltear ahí estaba, ¡sí! Ahí estaba mi peor enemigo, ese que mide 1.50 metros x 60 cm. No quise mirar, pero me fue imposible ignorarlo, tal parece que disfruta momentos como ese, en los que tenemos que mirarnos de frente. No le basta con lo que traigo en la mente, sino que desea más que nada recordarme lo horrenda que estoy.

Ahí estuve varios minutos frente a él, ya me ponía yo de perfil, de frente, de espalda, completamente erguida, jorobada, y desde ningún ángulo me gustó lo que vi. Me gustaría deshacerme de él, pero dicen que si quiebras uno eso puede ocasionarte siete años de mala suerte, y más mala suerte en mi vida, no Lo soportaría. Y es que es verdad, nunca alcanzaré las medidas perfectas, lejos de llegar al 90-60-90, creo que conquistaré el noventa, se sienta y revienta.

Dieron las tres de la tarde, era la hora de mi cita de todos los días, el olor de esos ricos sopitos ya me habían espantado el sueño y ahí iba yo, como si fuera alguna muñeca de caricatura que va por los aires siguiendo el olor de lo que más ama comer. No lo pude evitar me tragué nada más 10 y eso porque recordé la rigurosa dieta a la que estaba sometida. Pero mamá cree que el estar así como yo es signo de bienestar, no quiere aceptar que está equivocada, tal parece que tiene una venda en los ojos que le impiden ver la realidad. Y como dice mi amiguita casi hermana, “aunque muchos no lo acepten, la estética hoy en día si importa, y no sólo por salud sino porque importa y ya”.

Ya intenté de todo, me unté lodo, un gel muy frío, pomadas; ya me tragué montón de pastillas, me bebí malteadas, licuados, fibra de esa que traen desde Chiapas, otra que traen desde el país vecino y pues nomás nada de nada. Sigo igual y creo que voy en aumento. Lo único que he conseguido es dejar en ceros la pequeña cuenta de ahorros que estaban destinados a cubrir los gastos de mi próximo viaje a Tlaxcala.

Lo peor me pasó en la tarde, cuando fui a mi primera clase de aerobic’s, para empezar ya me había cansado antes de comenzar el calentamiento y las demás me miraban como si fuera un fenómeno. Y comenzó a sonar la música, ésa que es muy contagiosa y que te prende las ganas de bailar aunque no tengas la más mínima noción de lo que implica mover tus pies con gracia. Así que atendí las indicaciones de la instructora, (qué que bárbara, súper cuerpazo que tiene) pero por más que quise seguirle el ritmo, no pude y ya sentía que iba a aventar los intestinos completitos por la boca, así que decidí parar un momento a pesar de los regaños que recibiría. De plano ahora si parecía un jitomate como los que se dan en invernadero y no sólo por lo redonda, si no por lo colorada. Gracias a Dios no me dio un infarto…

Regresé hace unas horas y ahora me encuentro aquí, platicándote lo que me pasó. Y para rematar, al tratar de darme un baño, ahí estaba de nuevo ese maldito espejo que no me deja en paz, para recordarme que de nada sirvió todo lo que hice el día de hoy, sigo igual; soy la combinación perfecta de Paquita la del barrio, la Bodoquito, Sheyla y otras más… ¿Qué puedo hacer?…

Bueno querido y amado diario, ya se me ocurrirá algo mañana, por el momento me siento muy desgastada y con la gran necesidad de dormir y abandonarme en mis sueños, dejando a un lado estos problemas de gran peso con los que ya no puedo.

Lo anterior lo viven a diario muchos chicos y chicas mexicanas, trayéndoles como consecuencia una baja autoestima, en adición a todas las complicaciones que ya trae de por si el ser una mujer o un hombre gordo.

Actualmente la obesidad se ha convertido en un problema de Salud pública que aqueja a la población mexicana, ya que en los últimos años se han presentado considerables aumentos en el número de personas que son obesas, al grado de hacerse acreedor al segundo lugar mundial por la cantidad de individuos que sufren este padecimiento. Lo más grave y lamentable, es que existen millones de niños y jóvenes que ya sufren de sobrepeso y obesidad. Lo más preocupante de la situación es que en estos momentos en el mundo aún no se cuenta con una estrategia generalizada para el control de la obesidad y que ni la comunidad médica, ni los gobiernos, han tenido éxito en la lucha contra la obesidad. Y si no actuamos con rapidez esta epidemia será incontrolable y debido a las enfermedades secundarias a la obesidad, la expectativa de vida será menor y además la calidad de vida estará muy deteriorada. En México, la OBESIDAD contribuye con un número cercano a 200.000 muertes por año. Publica en su página electrónica http://www.obesidad.net/spanish2002/default.htm, consultada el 16 de septiembre de 2008 a las 17 horas.

*Imagen tomada de www.mundologia.net

Publicado en el Suplemento Andante dentro del periódico el Comentario

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