Desde pequeña ha tenido que trabajar para poder sobrevivir. Cuando tenía la edad de 18 años se quedó sola, completamente sola, perdió a la única persona que puede darlo todo por uno sin pensarlo dos veces, su madre murió, víctima de un cáncer. A partir de ese día tuvo que aprender a luchar sola, de su padre no sabía nada, nunca lo conoció; sus hermanos ya tenían su vida hecha, todos habían formado ya sus familias.
Era el año de 1988, tenía un futuro prometedor, había logrado titularse como técnica en secretariado; eso era algo que no muchas personas podían presumir en esos años, mucho menos si pertenecían a un nivel socioeconómico como el de ella. No aprovechó la oportunidad de poder encontrar un buen trabajo y sobretodo bien pagado. El dolor, la tristeza y la soledad la vencieron, se entregó a ellos desde el momento en el que tomó la decisión de unir su vida a la de Joaquín un joven que conocía desde siempre y que fue el único apoyo con el que contó desde la muerte de su mamá.
Al principio todo parecía ir muy bien, llegó el primero de sus hijos, una niña a la que decidió nombrar Verónica, dos años después nació Luis. A partir del nacimiento de sus hijos, ella se dedicó en cuerpo y alma a su cuidado. Pues Joaquín ya había demostrado quien era en realidad, una persona adicta al alcohol y a las drogas; vivía envuelto en problemas y pleitos; no trabajaba o trabajaba pero no duraba mucho tiempo en dicho trabajo. Así que esta mujer se dedico a buscar la manera de darles que comer a sus hijos, que vestir, que estudiar.
Su vida está llena de episodios dolorosos y desagradables, que la han marcado para siempre. Hace unos años perdió la visión en un ojo, para ser exactos el ojo derecho, ella dice que fue una accidente: que un día estaba tendiendo la ropa que acababa de lavar y fue entonces cuando un palo que sostenía el lazo se movió y cayó haciendo una especie de palanca en su ojo, el golpe fue tan fuerte que cuando quiso atenderse era muy tarde ya, pues ni con cirugía podía sanarle.
Pero los que viven en la misma vecindad que ella, comentan que no fue así y culpan de esta perdida tan lamentable al que dice ser su marido. A lo anterior hay que sumarle diferentes episodios de abusos, maltratos, golpes, gritos y demás.
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Hoy en día siguen juntos, él aparece y desaparece cuando quiere y como quiere. Ella se dedica a vender diferentes productos, de esos que se ofrecen a la gente por catálogo: cosméticos, zapatos, ropa, trastes, etc. Además todos los días sale a la puerta de su casa donde ya desde hace varios años vende antojitos tradicionales del lugar, es de esta manera como ha logrado darles de todo a sus hijos.
Pero ni en su propia casa está segura, pues en varias ocasiones, su marido perdido en el alcohol le ha robado dinero y productos de los que vende. Otras tantas por comentarios de su madre (de Joaquín) la ha insultado y tratado como la peor de las mujeres, inventándole amores con muchos y acusándola de comportamientos no apropiados.
Él se va y al poco tiempo regresa llorando y pidiendo perdón, acompañado de un kilo de tortillas, uno de carne y dinero en el bolsillo, como diciendo mira lo que conseguí así será de ahora en adelante; ella lo acepta y volvemos a la historia de siempre: él se emborracha, le roba y la maltrata.
Actualmente ella ha abandonado el cuidado de su persona, le da poca atención a su aspecto, no tiene un ojo, trabaja día y noche, nunca descansa y sufre de diabetes, pero ¿por qué no renuncia a ese tipo de vida?, ¿por qué no denuncia los maltratos?, ¿por qué perdona y acepta de nuevo a esa persona que tanto daño le hace?
Al igual que esta mujer, existen muchísimas que permiten ser humilladas, pisoteadas, maltratadas y acusadas de actos que no cometieron. Que debido a la educación tan arcaica con la que cuentan creen que es normal que un hombre se comporte de tal o cual manera. Y tal vez por miedo a estar solas le perdonan de todo y vuelven al hoyo negro que se ha convertido su vida. Lo que es sorprendente es que en pleno siglo XXI aún existan casos como este.
La expresión de “Porque él es hombre” debe desaparecer, no se puede depender de lo que haga o deje de hacer, de lo que diga o no diga un hombre, esos tiempos quedaron atrás.
El problema radica en la educación y en las tradiciones de los tiempos de mis bisabuelos, en los que el prototipo de macho estaba permitido, en el que la mujer no podía opinar y se limitaba a acatar las órdenes del señor. Esa clase de educación debe quedar atrás, pero en un país en el que son las propias madres las que enseñan a las niñas a comportarse como debe ser, diciéndoles que son tales cosas las que un hombre puede hacer pero no una mujer porque se les castigara por obra divina; es aquí en donde la religión, sobretodo la católica, juega un papel muy importante pues hasta en las Santas Escrituras se enseña a la mujer a ser sumisa. Pero señores y señoras, los tiempos han cambiado, es hora de revolucionar y cambiar esos pensamientos y actitudes que sólo denigran a la mujer.
* Imagen tomada de www.exclusivocuates.blogspot.com
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